Lo más importante a la hora de comprar un aire acondicionado es la eficiencia energética. En primer lugar porque nos va a permitir ahorrar con el paso del tiempo. Y, en segundo lugar, porque un equipo eficiente será más respetuoso con el medioambiente. Todo claro hasta aquí. Pero, ¿en qué me tengo que fijar para saber si un equipo es o no eficiente?
Para dar respuesta a esta pregunta se suele hablar de la etiqueta del equipo. Es cierto que aquí encontraremos información relevante. Pero también debemos prestar atención a las siguientes cuestiones:
- Cómo es mi casa
- Cuestiones técnicas
- Tus propios hábitos de consumo
Lo primero, la etiqueta
Los aires acondicionados, como cualquier electrodoméstico, cuentan con etiquetas de eficiencia energética. Esta es la distribución general de la simbología que encontrarás: A+++ / A++ / A+ / A / B / C / D / E / F / G.
En el caso del aire acondicionado puedes encontrar dos columnas de eficiencia. La primera de ellas bajo las siglas SEER, que es el estándar oficial para medir la eficiencia de los equipos cuando funcionan para aportar frío. El SCOP sería para los casos en que el equipo también sirva como bomba de calor. Como habrás interpretado, los valores iniciales, como por ejemplo, A+++ ofrecerán un mejor rendimiento energético frente a los valores que se encuentran en el lado opuesto.
Cosas a valorar la eficiencia en tu casa
La clave principal en la que debes fijarte son los metros cuadrados. Si te acercas a cualquier tienda o instalador oficial te contarán el estándar de 1.000 frigorías por cada 10 m2. Por lo tanto, lo recomendable es contar con un equipo de etiqueta A, con unas frigorías equivalentes a los metros cuadrados de tu casa.
Pero esto es sólo el principio. También es necesario que prestes atención a los siguientes factores, para aumentar o disminuir la potencia del equipo, en función de estas circunstancias:
- Paredes: grosor y cantidad de estancias. Lógicamente a mayor cantidad de espacios, paredes y ventanas, más potencia.
- Temperatura real: más allá de la temperatura media en una determinada zona, existen hogares con mayor o menos disposición al sol. El ejemplo más claro es el de un ático frente a un bajo. La temperatura entre uno y otro, en el mismo bloque de vivienda, puede variar mucho en grados. Del mismo modo, la orientación del piso, vivir en zonas con más o menos vegetación, el paso constante o no de vehículos, y otra serie de condiciones ambientales determinarán más o menos calor. Todo ello, insistimos, independientemente de los grados que habitualmente tengamos en una ciudad, según las previsiones meteorológicas.
- Eficiencia energética de tu propia vivienda o edificio. ¿Está bien aislado? ¿Qué tipo de ventanas utilizas? ¿Doble acristalamiento? ¿O, al contrario, elementos de baja eficiencia?
Más cuestiones técnicas a valorar para la eficiencia
Existen algunas tecnologías que, aunque encarecen la compra inicial, a largo plazo resultan más económicas, debido a un menor gasto de electricidad. Se trata de autorreguladores, cuyo nombre variará en función de la marca de aire acondicionado y la tecnología implementada en el mismo. Por lo general, se trata de mantener la temperatura del espacio en unos niveles óptimos, sin necesidad de forzar el equipo hacia picos de energía, lo que generaría:
- Un mayor “estrés” del motor exterior, que es el que favorece la generación de frío en el split o splits del interior del hogar. En ese caso, estará más expuesto a posibles averías
- Un mayor consumo, en busca de ese sobreesfuerzo para conseguir aumentar la temperatura “a tirones”.
Otro aspecto que suele pasarse por alto es el gas refrigerante. Es importante que el equipo tenga la cantidad necesaria para un correcto funcionamiento. Pero hay más. La presión del mismo también resulta relevan te. Exige al instalador dicha comprobación, porque la falta de gas o presión puede suponer a medio y largo plazo un mayor gasto de electricidad. Y ya sabes: a menos eficiencia, mayor gasto para tu bolsillo.
La importancia de tus propios hábitos de consumo
Otro truco común para ahorrar es no abusar del aire acondicionado. Úsalo en las horas centrales del día. Para el resto de horas, lo más recomendable es ventilar bien la casa, especialmente de noche y en las primeras horas del día. En torno a las 10:30 – 11:00 es recomendable cerrar las ventanas e, incluso, persianas. El objetivo es aislar el habitáculo lo máximo posible, para encender el aire acondicionado el menor tiempo posible. Siempre pensando en generar ahorro.
Una vez encendido, como comentábamos, intentar mantener una temperatura agradable, aunque no excesivamente fría. En torno a los 24 grados suele ser más que suficiente.
Por último recuerda no dejar el equipo o equipos de aire acondicionado en stand by. Para empezar, resulta difícil conocer el gasto que está teniendo lugar en este modo. Pero lo que está más que demostrado es que sí se está generando un gasto de luz, y por tanto de dinero. Y, sin embargo, no se está utilizando. Con lo cual, asegúrate de apagar por completo los equipos si tienes la seguridad de que no los utilizarás en un largo periodo de tiempo.