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Construcción

Rehabilitación de fachadas de ladrillo visto afectadas por agua

By septiembre 10, 2019marzo 29th, 2022No Comments
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Las fachadas de ladrillo visto son una de las modalidades más comunes en edificios de viviendas. Están distribuidos, prácticamente, por toda la geografía española. ¿Por qué? Lo cierto es que este material permite cumplir a la perfección con toda la normativa impuesta por el Código Técnico de la Edificación. Lo que le ha convertido en uno de los protagonistas, en lo que a construcción de fachadas se refiere.

Ventajas del ladrillo en la construcción de fachadas

Las fachadas de ladrillo a la vista son económicas. Pero, además, ofrecen un excelente rendimiento como material. Es un componente duradero y resistente. En una época en donde la eficiencia energética es tan relevante en la rehabilitación y reforma de edificios, el ladrillo presenta muy buenas características aislantes. Tanto térmicas como acústicas.

El ladrillo es también una gran aislante del fuego. Además, salvo que esté en mal estado o se encuentre en zonas muy expuestas, un ladrillo hidrofugado ofrecerá unas increíbles capacidades de impermeabilidad. Por si todo esto fuera poco las técnicas de elaboración de ladrillo son muy respetuosas con el medioambiente hoy día.

Problemas en una fachada de ladrillo afectada por el agua

Dicho todo lo anterior, en ocasiones es necesario intervenir sobre edificaciones con este tipo de acabados en la fachada. Suele ser común, por ejemplo, que en zonas de alta salinidad en el ambiente (en zonas de costa) sea necesario realizar pequeñas revisiones y rehabilitaciones con el paso del tiempo, debido a filtraciones o deterioros. De hecho, la humedad y el agua es el principal enemigo de las fachadas de ladrillo. Aunque las causas pueden ser muy variadas.

¿Por qué las fachadas de ladrillo visto presentan humedades?

Con las maravillas que hemos desgranado sobre el ladrillo, es probable que os preguntéis cómo es posible que, en ocasiones, haya que rehabilitar una fachada de este tipo por humedad. Básicamente, existen tres tipos de daños. Y, como veremos a continuación, ninguno de ellos directamente relacionado con el material en sí. Son agentes externos o construcciones mal realizadas las que generarán este problema, en la mayoría de las ocasiones.

Tipos de humedades 

Las humedades pueden generarse, en primer lugar, por condensación. Esta se produce en muros que, por su construcción, fomentan la aparición de puentes térmicos con respecto a la estructura. La pérdida de aislamiento deriva en condensación. Concretamente cuando el vapor de agua busca su salida al exterior.

La segunda causa de humedades es la capilaridad. Se trata de humedades derivadas del paso de agua a través de las capilaridades (o porosidades) de los materiales. El problema nace en el punto en el que confluye la fachada con el suelo. Y el origen es muy amplio. Debido a la zona en donde aparece la humedad puede pertenecer a filtraciones de agua subterránea, a la propia agua de lluvia o incluso a la rotura de alguna tubería que transcurra por la zona o en el subsuelo.

Por último, las humedades pueden provenir por filtración de agua de lluvia. Encontramos, a su vez, varios factores que podrían estar generando el problema. En primer lugar, las juntas de balcones u otros elementos que cruzan de forma horizontal la fachada. Este tipo de actores acumulan agua que, a su vez genera humedades. Aquí el problema no es de materiales en mal estado, sino de una construcción inadecuada por parte de los profesionales que en su momento intervinieran en la obra. En segundo lugar, una grieta en general, tanto en el propio ladrillo como entre ladrillos entre sí.

Cualquiera de las situaciones descritas puede acabar en eflorescencias. Este tipo de daño sobre la fachada se produce cuando las sales minerales traspasan los poros del ladrillo, una vez que se ha evaporado el agua. Además de una clara señal de deterioro, generan un aspecto estético de desgaste, que evidenciará la necesidad de una rehabilitación.

Cómo intervenir ante estas eventualidades

Todo dependerá de la revisión que el especialista realice sobre la zona afectada. En esta investigación habrá que determinar, en primer lugar, cuál es el origen concreto del problema. También si nos encontramos ante muros portantes, paredes no portantes, muros enfrentados, etc. En función de ambos factores se optará por una intervención u otra.

Dependiendo de ello, la rehabilitación consistiría en el cambio de las piezas que se encuentran en mal estado; o bien requerir el sellado de las posibles fisuras en juntas y otros elementos. Incluso una retirada al completo de todos los elementos para, posteriormente, impermeabilizar la fachada. Como indicamos, dependerá de cada caso concreto, por lo que es vital contar con un equipo profesional que diagnostique bien el problema, para plantear la solución más adecuada.

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