Las casas pasivas (Passive House), son viviendas construidas en base a unos estándares de eficiencia energética y bajo consumo. La idea principal es crear las viviendas atendiendo a detalles como materiales o composición para lograr que sean lo más eficientes posibles. Siempre adaptadas al clima local donde se vaya a ubicar la construcción.
El hecho de contar con una planificación y ejecución cuidadas proporciona grandes resultados con una demanda mínima de energía. Es decir, se obtiene un mayor confort, tanto en verano como en invierno, mediante el uso de un menor porcentaje de energía. Dicho de otro modo, las casas pasivas tienen sistemas de calefacción eficientes, empleando menos energía, a la vez que mantienen la suficiente ventilación para proporcionar una calidad de aire óptima. Empleando un nivel de energía bastante bajo se puede lograr una adecuada calefacción y refrigeración.
Ventajas de las casas pasivas
Uno de los puntos más relevantes de las casas pasivas es que se adaptan al clima en el que se construyen. Es decir, dependiendo del ambiente, los materiales y técnicas empleadas variarán. En las zonas donde se alcancen altas temperaturas bajo cero, el foco de atención estará puesto en la optimización de la calefacción. Sin embargo, en viviendas construidas en países donde se puedan alcanzar los 50 grados, la mayor pérdida energética se produce intentando mantener frescos los hogares.
Para las zonas con ambientes más cálidos, las casas pasivas utilizarán medidas de refrigeración pasiva. Las más conocidas y típicas de las Passive House son el sombreado y la ventilación de ventanas. De esta forma se logra un mayor confort en los meses más extremos. Sin embargo, para climas más fríos, el foco de atención se encontrará en el sellado de las ventanas y la posición del sol, aprovechando al máximo el efecto calor de esta fuente de energía.
Más ventajas de este tipo de viviendas
Entre las ventajas que encontramos en las casas pasivas, el ahorro económico y energético es realmente destacable. Se emplea mucha menos energía para calentar una misma superficie. La diferencia entre un edificio tradicional y uno pasivo en el consumo de energía puede ser del 90%. Aunque la mayoría de la energía de una vivienda se produce por su necesidad de calefacción o refrigeración, existen otras necesidades energéticas. Invertir en sistemas de ventilación con recuperación de calor así como elegir electrodomésticos de alta eficiencia ayuda a tener un mayor control del consumo energético.
Con un buen aislamiento de la vivienda se puede lograr una temperatura agradable todo el año. Para climas interiores, que se suelen caracterizar por no tener demasiadas oscilaciones, se puede lograr una temperatura constante en la que no haga calor en verano ni frío en invierno.
Las viviendas pasivas proporcionan ahorro económico, pero también energético por lo que se convierten en una opción mucho más sostenible. Gracias a este tipo de viviendas, se evita el abuso de recursos que son limitados, como el gas y el petróleo, haciendo uso de energías que son renovables: eólica y solar. Tanto si se utilizan de manera complementaria energías renovables como si no, las casas pasivas reducen de forma radical las emisiones de CO2.
Más ventajas: mayor longevidad de las construcciones
El aislamiento de las casas pasivas, el diseño exento de puentes térmicos y un sobre hermético hace que las viviendas también cuenten con una mayor longevidad estructural. Ofrecen casas de mayor calidad y durabilidad, de manera asequible. Aunque en un primer momento, los costes de inversión son algo más altos, el resultado es una vivienda mucho más asequible en su mantenimiento a lo largo de su vida útil. Es decir, las casas pasivas son más rentables que las convencionales.