La afirmación del titular parece exagerada. Pero el edificio en el que vives o trabajas nos habla constantemente. No tiene voz. Pero sí envía señales que nos indican que es necesario realizar una serie de mejoras de rehabilitación. A continuación desvelamos algunas de las señales que indican que es necesario intervenir en un edificio o vivienda. Bien sea en su fachada, en la propia estructura o incluso en cuestiones internas.
Señales que nos indican la necesidad de mejorar la eficiencia energética
La primera de las señales no nos la dará directamente el edificio. Sino su documentación. El Real Decreto 235/2013 de 5 de abril establece en su artículo 11, que un certificado de eficiencia energética es válido durante diez años. Así que la primera señal está clara: ve a revisar este documento. Si se encuentra próximo a los diez años es un buen momento para revisar qué mejoras son necesarias en el edificio para mantener o incluso mejorar la valoración obtenida diez años atrás.
Pero el edificio en sí mismo también envía señales. Cuanto menos uso de sistemas de climatización sea necesario en el interior del edificio, mejor eficiencia energética tendrá. Esto quiere decir que si los habitantes o usuarios tienen que utilizar de forma reiterada el aire acondicionado, el edificio nos está enviando una señal. Especialmente si se requiere su utilización intensa en las primeras y últimas horas del día. En verano, en día de altas temperaturas, puede ser necesaria la utilización de los mencionados sistemas de climatización, para mantener unos mínimos de confort. Pero si se requiere a lo largo de toda la jornada (fuera de las horas centrales del día), y fuera de los límites recomendables (por debajo de los 21 grados), el edificio nos está hablando. Es necesario establecer urgentemente una serie de acciones para mejorar la eficiencia energética del mismo. Si ocurre algo parecido en invierno con la calefacción, el edificio nos está enviando también un mensaje.
Señales que envían las fachadas de los edificios
Uno de los más evidentes mensajes se nos envía a través de las juntas de ciertos elementos ubicados en las fachadas: ventanas y balcones principalmente. En ocasiones, bien por el paso del tiempo o bien por una instalación defectuosa, se detectan corrientes de aire o modificaciones intensas de temperatura en las mismas.
Filtraciones en la rehabilitación
Este tipo de filtraciones comprometen la capacidad aislante del edificio, y repercuten negativamente sobre la eficiencia energética del mismo. Es tan sencillo como colocarse en quicios de ventanas o en cierres de balcones. Si nos encontramos en invierno y la calefacción está encendida en el interior, podemos comunicarnos con nuestro edificio, simplemente acercando la palma de la mano a las mencionadas juntas o cierres. Si notamos un cambio brusco de temperatura (incluso corrientes de aires, en los casos más graves) nuestro edificio nos está hablando. Es necesario actuar sobre esas zonas.
En primer lugar por una cuestión medioambiental. Estamos utilizando sistemas de calefacción más de lo que deberíamos, pues por estas vías de escape perdemos calor. Pero, además, estamos perdiendo dinero, pues ese uso excesivo de calefacción genera un coste extra que podríamos ahorrarnos. Más aún en sistemas de calefacción eléctrica. Este tipo de energía suele encarecerse en esas épocas del año, por lo que el ahorro podría ser más que considerable.
Humedades
Otra señal muy evidente en las fachadas es la aparición de humedades. No nos extenderemos mucho en este punto. Las humedades se deben a filtraciones en los propios materiales utilizados en el muro del edificio. Por ejemplo, en fachadas de ladrillo (entre las más comunes en nuestro país, especialmente en edificios de décadas anteriores), es común el deterioro de la materia base, que genera filtraciones. Tanto en la unión de unos ladrillos con otros, como por poros internos en el material cerámico. Una señal, en definitiva, de que algo no funciona como debiera, y que se requerirá la intervención de profesionales para analizar y plantear soluciones.
En ocasiones, las humedades se reproducen en la zona externa de la fachada y con la presencia de moho. Como, aparentemente, no perturban el interior de la vivienda, se comete el error de pasarlas por alto. Este tipo de daños se aprecia principalmente en la unión de la fachada con la superficie terrestre. Pueden deberse, incluso, a filtraciones de tuberías o alcantarillado, que pasen fuera del edificio, pero que le estén afectando. Es necesario intervenir, porque puede ir a mayores. Incluso, estar generando problemas en la estructura del edificio que conviene cortar de raíz.
Señales aún más evidentes para la rehabilitación
Vamos a repasar a continuación señales más evidentes. Defectos visibles en fachadas y estructura. La primera que analizamos en este punto son las eflorescencias. Se trata de manchas en fachadas de ladrillo con una presencia que parece “poco amenazante”. Porque se trata de ligeras manchas blancas aparentemente inofensivas. Sin embargo, esconden problemas con los materiales que derivan en filtraciones y humedades. Es necesario revisar la zona para ver hasta qué punto está dañada la fachada y qué acciones tomar en consecuencia.
Aún más evidentes, si cabe, son los desconchones, grietas e, incluso, desprendimientos. Con estas últimas señales el edificio nos está enviando un mensaje muy claro: es necesario analizar e intervenir cuanto antes.
En ocasiones, pueden ser daños superficiales que, en cualquier caso, pueden derivar en males mayores. Peor aún será si esos daños ya están comprometiendo la estructura del edificio. La necesidad de consultar a profesionales de las reformas y la rehabilitación de edificios y fachadas es en estos casos más que urgente. El edificio nos está enviando un mensaje muy claro. Está pidiendo ayuda, porque algo importante no va bien en él.